Nuestros abuelos hacían el amor en la cama, con el camisón y el gorro de dormir puestos y con la luz apagada. Quizás parece un poco exagerado, pero las costumbres en materia sexual eran totalmente distintas. De aquí se pasó
Decía Terencio (un romano de esos que iba con túnicas y que escribía teatro) "Soy humano, y nada de lo humano me es ajeno". Y nosotros nos hacemos con su frase: Nada de lo humano nos es ajeno. ¿Y qué hay